sábado, 17 de febrero de 2018

Actualidad Mundial: paranoias Orestes Martí

Actualidad Mundial: paranoias
Orestes Martí
La paranoia antirrusa: una amenaza a la seguridad europea
Javier Couso
Javier Couso, Eurodiputado de la formación política española Izquierda Unida, publicó en su Canal de Telegram

"Os invito a leer este artículo que escribí para Público porque considero que versa sobre un asunto de innegable trascendencia. La obsesión anti rusa que se ha alojado en el Parlamento europeo, ayudada por la difusión en modo campaña de unas amenazas inciertas (por no decir abiertamente inventadas) en tanto no son contrastadas por quienes las divulgan, la gestión chapucera que oculta la tapadera de una realidad en clave interna (crisis socio-económica y corrupción) y externa (ascenso de la extrema derecha e intereses injerencistas auspiciados por socios lejanos) están detrás de esta escalada ideológica que vuelve a poner en peligro la paz y la buena (y deseable) vecindad. Es necesario que reflexionemos y conozcamos la dimensión real de esta "rusofobia" antes de que se tomen decisiones (de nuevo) equivocadas. Respondamos a la desinformación"


El pasado mes de enero, el plenario del Parlamento Europeo volvió a responder a la llamada y al grito de “¡Rusia es culpable!” algunos remedaban a Serrano Suñer. Eurodiputados de casi todos los colores -con excepción de la izquierda-, acordaron señalar a Rusia como un régimen autoritario y una amenaza a la seguridad europea en el contexto de la “guerra híbrida,” una expresión que se ha convertido en fetiche de la obsesión antirrusa que reina en la Unión Europea y la OTAN.

El debate estuvo presidido por el socialdemócrata Ioan Mircea Pascu, que utilizó su posición institucional para dar su opinión sobre las fake news rusas y hacer recomendaciones literarias al resto de miembros de la Cámara. Un dato que puede ser relevante en este debate, dadas las llamadas a la democracia, la libertad y la autonomía, es que en 2003, Pascu, durante su etapa como ministro de Defensa, autorizó las instalaciones de tortura de la CIA en Rumanía.

En el pleno, algunos eurodiputados españoles aprovecharon la ocasión para hablar de la supuesta injerencia rusa durante la crisis política en Cataluña. Apoyándose en informes del Congreso de Estados Unidos y la comisión de investigación del Parlamento británico, Juan Fernando López Aguilar apuntó a la existencia de una “estrategia de confusión” dirigida a favorecer a los independentistas.

Esteban González Pons fue más específico mencionando los “4.800 robots que difundían de forma constante información falsa” con el objetivo de romper España. Este contexto de incriminaciones sin pruebas, le ha parecido suficiente justificación a María Dolores de Cospedal para incorporar una amenaza incierta a la estrategia de seguridad nacional. Para colmo, la gestión chapucera de este ofuscamiento reveló una grave brecha de seguridad.

Desde la Unión Europea se azuza el terror a Rusia como tapadera de las miserias internas. Es sonrojante ver cómo se fabrican fobias para desviar la atención de discusiones ineludibles, que tienen que ver con las fracturas sociales y políticas de nuestros países. La obsesión antirrusa ha ido agrandándose a medida que se agravaban problemas como el ascenso de partidos de extrema derecha o empeoraban las condiciones de vida de las mayorías.

El señalado debate en Estrasburgo fue, en la práctica, una actualización de los argumentos presentados en 2016, en el informe sobre Comunicación estratégica de la UE para contrarrestar la propaganda de terceros en su contra. En cuestiones de rusofobia, la gran coalición europea articula sus políticas a través de la extrema derecha.

De hecho, el documento fue desarrollado y defendido por Anna Elzbieta Fotyga, eurodiputada del PiS, el partido que protagoniza una nueva revolución conservadora en Polonia y que ha provocado reacciones masivas de oposición en la calle. El informe fue aprobado gracias a la abstención de los socialistas y con los votos favorables de los grupos conservadores, los liberales y los verdes -con la honrosa excepción de Ernest Urtasun-.

 El texto, que comparaba la amenaza de Rusia con la del ya moribundo Estado Islámico, hacía un llamado a incrementar los fondos para la puesta en marcha de instrumentos de “contrapropaganda”, a través de la Política de Vecindad, el Instrumento Europeo para la Democracia y los Derechos Humanos y el Fondo Europeo para la Democracia.

 Además, solicitaba a los países miembros la difusión entre sus ciudadanos del boletín informativo Disinformation Review, una plataforma de “respuesta a la desinformación pro Kremlin” de la que, hasta hace poco tiempo, las instituciones europeas renegaban, y ahora resulta estar dirigida por el Servicio Europeo de Acción Exterior. Será por los antecedentes durante la época en la que se desconocía la autoría de los artículos publicados en el boletín, que el informe pide “una redacción apropiada”, “que no se haga uso de un lenguaje ofensivo” y que “se revisen los criterios utilizados para la redacción de dicha publicación”. Es decir, se insta a que el boletín sustituya el discurso antirruso chabacano y torpe, por uno más sofisticado.

 El refuerzo y la mejora de estos instrumentos implican una escalada ideológica e intervencionista en países con equilibrios políticos delicados como Moldavia, o en los que hay conflictos armados en curso, como Ucrania. Estos movimientos suponen la confrontación en espacios en los que Europa se juega su propia independencia, en tanto que de ella depende su capacidad para relacionarse de forma normal con sus vecinos.

 Más graves aún si cabe son las consecuencias internas de esta escalada. En primer lugar, el planteamiento de la guerra híbrida, explícito en el mencionado informe y en los debates parlamentarios, conlleva la identificación de amenazas internas en alianza con los enemigos externos. De este modo, el Informe Fotyga institucionaliza la figura de la “quinta columna”, en lo que denominan una “guerra informativa”, y muestra preocupación por “los muchos repetidores de los que dispone la propaganda hostil a la Unión en su seno”.

 Mientras algunos, como González Pons o López Aguilar, aprovechan la ola para echar balones fuera sobre la responsabilidad de sus partidos en Cataluña, otros representantes, como Fotyga, trabajan de manera sistemática y desde hace varias décadas en un proyecto de cambio social en el que muchos quedamos fuera. La derecha conservadora, en este sentido, ha hecho grandes avances en su agenda.

 Y, en segundo lugar, el empeño por definir la propaganda rusa contra Europa como una cuestión de seguridad, puede conducirnos a desastres como la guerra de Irak y a ignorar los riesgos reales. Es difícil imaginar una amenaza mayor a la seguridad que una injerencia fundada en falsedades, de las que nadie quiere aceptar su responsabilidad.

 Un conflicto al servicio de los intereses de potencias extranjeras, que arrastre a los ejércitos propios a aventuras militares inciertas y que deje expuesta a la población civil. Esta actitud contra Rusia, que no sostiene verificación racional alguna, nos va dejando cada vez más expuestos a todos.


La acusación contra 13 ciudadanos rusos revela los extraños métodos de la supuesta injerencia

 El documento de acusación relevado por un jurado federal de EE.UU. plantea serias preguntas sobre cómo los 13 rusos consiguieron influir en las elecciones.

 La acusación contra 13 ciudadanos y tres entidades rusas por supuesta injerencia en las elecciones presidenciales estadounidenses describe los métodos presuntamente utilizados por esas personas, algunos de los cuales son verdaderamente extraños.

 Según la acusación formal, los acusados elaboraron una serie de planes para apoyar la campaña del actual presidente, Donald Trump, y menospreciar a la exsecretaria de Estado Hillary Clinton. El plan consistía en celebrar acciones a favor y en contra de los dos políticos y promover en las redes sociales grupos centrados en cuestiones políticas y sociales. Sin embargo, los ejemplos concretos proporcionados en el documento plantean preguntas sobre la eficacia que realmente pudieron tener esos métodos para influir en las elecciones.

 Felicitación de cumpleaños
 

 El 29 de mayo de 2016, los acusados supuestamente organizaron que un estadounidense se parara frente a la Casa Blanca con un cartel con el mensaje "Feliz 55.º cumpleaños, querido jefe". La acusación afirma que la frase hacía referencia al cumpleaños, el 1 de junio, del empresario ruso Evgueni Prigozhin, quien supuestamente pagó por la campaña.

 ¿Comentarios despectivos?

 Según la acusación, los participantes en la campaña publicaron "información derogatoria" sobre varios candidatos, entre ellos Clinton y los senadores Marco Rubio y Ted Cruz. El documento no revela el contenido real de los comentarios publicados.

 'Hashtags' usados

 El supuesto 'plan maestro' de los acusados suponía publicar en las redes sociales mensajes con varios 'hashtags', como #Trump2016 y #Hillary4Prison (Hillary a la prisión).

 Fomentar la abstención entre las minorías
 

 Las 'malvadas' mentes maestras rusas también supuestamente alentaron a las minorías a no votar, usando cuentas falsas como Woke Blacks y Blacktivist para publicar mensajes como: "Elige la paz y vota por Jill Stein", la candidata del Partido Verde.

 En una cuenta musulmana también publicaron: "Los musulmanes estadounidenses boicotean las elecciones de hoy, la mayoría de los electores musulmanes estadounidenses se niegan a votar por Hillary Clinton porque quiere continuar la guerra contra los musulmanes en Oriente Medio y votó a favor de invadir Irak". Es posible que las cuentas fueran falsas, pero ¿qué hay en esas afirmaciones que no sea cierto?

 Los demandados organizaron una serie de mítines políticos, los publicitaron en sus cuentas de redes sociales y pidieron a otros grupos que también los promocionaran. En la manifestación 'Apoyen a Hillary, salven a los musulmanes estadounidenses', celebrada el 9 de julio de 2016 en Washington, presuntamente habrían conseguido que un estadounidense sostuviera un cartel con la frase: "Creo que la 'sharia' será una nueva y poderosa dirección de libertad", una afirmación supuestamente atribuida a Clinton.

 Clinton en una jaula
 

 En otra ocasión, los acusados pidieron a un ciudadano estadounidense que construyera una jaula para que una persona caracterizada como Clinton se colocara dentro con un uniforme de preso.

 Este 16 de febrero, un jurado federal de EE.UU. acusó a 13 ciudadanos y tres entidades rusas de "apoyar la campaña presidencial del entonces candidato Donald Trump [...] y menospreciar a Hillary Clinton".
 La portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, María Zajárova, calificó de absurdas la acusaciones de EE.UU.
 El vicefiscal general de EE.UU., Rod Rosenstein, admitió que no tiene "evidencias" de que las acciones de los 13 ciudadanos rusos afectaran el resultado de las presidenciales de 2016.


Poroshenko pide que se prohíba la bandera de Rusia
Moscú "trata de destruir la democracia y la unidad territorial de Ucrania", así que la bandera rusa "no debe ondear en ninguna parte del mundo", declaró el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, en su discurso en la 54ª Conferencia de Seguridad de Múnich.



Según el mandatario, "en las políticas de la Rusia de hoy no hay lugar para el juego limpio. Esta es la razón por la que la bandera de Rusia no ondea en los JJOO".

Poroshenko instó a los líderes de los países participantes a que no aceptaran los resultados de las elecciones presidenciales que se celebrarán el 18 de marzo.

Asimismo, subrayó que Rusia no había llegado a Crimea para defender los derechos y libertades de la población, ya que estos "son violados en cualquier lugar donde está presente Rusia". En cuanto a Donbás, indicó que Moscú "atacó" el este de Ucrania para desestabilizar y debilitar al país europeo.

"No obstante, no es Ucrania el blanco principal de Rusia. Tiene otro objetivo. Desea satisfacer las ambiciones del Kremlin y vengarse de la catástrofe más grande del siglo XX: la disolución de la URSS, la disolución del 'mundo ruso'", sostuvo Poroshenko.

El presidente ucraniano destacó que Europa es "un continente de paz, estabilidad y cooperación", y que estos valores son "la mejor arma contra la amenaza rusa".
"La bandera rusa no debe ondear en ningún lugar del mundo mientras Rusia continúe instigando una guerra híbrida mundial", concluyó.

Además, instó a boicotear el proyecto del gasoducto ruso Nord Stream 2, al que calificó de "expansión política y energética de Rusia".

Esta retórica de Poroshenko forma parte de las múltiples acusaciones que Kiev ha lanzado contra Moscú por la supuesta injerencia en sus asuntos internos. Sin embargo, todas han sido rechazadas por el Gobierno ruso. Moscú en repetidas ocasiones ha declarado que no forma parte del conflicto ucraniano y que está interesada en que Kiev resuelva la crisis política y económica.

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